Déjame ser el puente hacía el lugar donde el silencio se hace palabra y nos cuenta historias. Donde los ancianos tejen y siembran los campos verdes que cantan
Donde el corazón late como tambor de fiesta y después se vuelve espuma de río que susurra entre la voz del viento
Arriba el Cóndor es guardián del árbol y el a su vez padre de la oruga y de la liebre. La tierra madre que nutre el peregrinaje
Déjame hacer de este blanco papel un altar de palabras que vuelen por la selva virgen de esa parte de mi ser que desconozco
Muéstrame las sombras que destilan veneno y que han estado amarradas a mi cuerpo
Purifícame con una cascada de luz
Sopla …
No me dejes olvidar el origen
el cordón umbilical a las estrellas
El agua y la placenta de esta tierra
La fertilidad del tiempo
el aliento de mi ancestro
Despójame del ego y de mi celda
Llévate la mascara
Toca los tambores que anuncian
La danza de la vida!
Déjame ser mujer que lava el silencio en un corazón dulce
Y también el hombre que construye.
Déjame ser el equilibrio
y abrazar la musa de la hoguera
el fuego que depura los rencores
Déjame ser la piedra que escucha las plegarias
y canción de cuna en las noches abiertas que se abren como flores crepusculares
Déjame ser ese niño de brazos que contempla
el sol de la dulzura.
Desde estas pupilas permite que florezca el paisaje
y que pueda ver siempre con los ojos del halcón
el sendero de regreso.
Donde el corazón late como tambor de fiesta y después se vuelve espuma de río que susurra entre la voz del viento
Arriba el Cóndor es guardián del árbol y el a su vez padre de la oruga y de la liebre. La tierra madre que nutre el peregrinaje
Déjame hacer de este blanco papel un altar de palabras que vuelen por la selva virgen de esa parte de mi ser que desconozco
Muéstrame las sombras que destilan veneno y que han estado amarradas a mi cuerpo
Purifícame con una cascada de luz
Sopla …
No me dejes olvidar el origen
el cordón umbilical a las estrellas
El agua y la placenta de esta tierra
La fertilidad del tiempo
el aliento de mi ancestro
Despójame del ego y de mi celda
Llévate la mascara
Toca los tambores que anuncian
La danza de la vida!
Déjame ser mujer que lava el silencio en un corazón dulce
Y también el hombre que construye.
Déjame ser el equilibrio
y abrazar la musa de la hoguera
el fuego que depura los rencores
Déjame ser la piedra que escucha las plegarias
y canción de cuna en las noches abiertas que se abren como flores crepusculares
Déjame ser ese niño de brazos que contempla
el sol de la dulzura.
Desde estas pupilas permite que florezca el paisaje
y que pueda ver siempre con los ojos del halcón
el sendero de regreso.
Fuente: - Niqui - Tizziana Russo